Otra forma de mirar el TDAH

Daniel Servín

Otra forma de mirar el TDAH

Dentro de las ciencias médicas y la psicología existen diversos puntos de vista acerca de la existencia o no del trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad, Debido a que este trastorno no tiene un diagnóstico basado en una prueba diagnóstica concreta, unido al desconocimiento del trastorno tanto por los padres, familiares y pacientes.

El término TDAH es usado para describir a un grupo de niños que tienen muchos problemas en común. La mayoría tiene una o más áreas de problemas de aprendizaje que interfieren con sus actividades académicas y sociales. Estos niños tienen usualmente un potencial intelectual promedio y la mayoría de ellos más que el promedio. No son originalmente niños con problemas emocionales aunque muchos de ellos los van a desarrollar debido a frustraciones, fracasos y etiquetas que experimentan tanto en su vida escolar como en su vida social-familiar.

Hasta hoy no se ha llegado a una conclusión clara del origen y causas de este problema que afecta a tantos de nuestros niños, a sus padres y por supuesto a sus maestros. Lo único que sí se sabe es que día con día es mayor el número de niños que presentan las problemáticas que se incluyen dentro la famosa etiqueta o “trastorno” acuñado por la ciencia médica, aún cuando los estudios que se han desarrollado acerca del origen y las causas del supuesto trastorno no lleguen a una definición clara, como tampoco a su remedio.

El “trastorno” y sus clasificaciones han sufrido cambios a lo largo del tiempo: En 1980 la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) nombra oficialmente el problema de estos niños como TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN, quedando así ya definido como un trastorno de tipo psiquiátrico en la edición del DSM-III, manual que es utilizado como base y consulta de los trastornos mentales en el campo médico. En cada edición nueva se han ido creando subcategorías de este trastorno. Hoy en día se ha incluido una nueva subcategoría: TRASTORNO POR DEFICIT DE ATENCIÓN INDIFERENCIADO, termino en el que se incluyen a aquellos niños con un serio trastorno de atención pero sin hiperactividad motora. Parece que cada vez que se hace una subclasificación, son más los niños que pueden calificar dentro de las listas de enfermos mentales según los manuales.

En la cuarta edición del Manual Diagnostico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV) se define este trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDA/TDAH) como un “patrón persistente de desatención y/o hiperactividad”, con una duración mínima de seis meses, más frecuente y grave observado en niños varones. Algunos de los síntomas se presentan antes de los siete años de vida, aunque la mayoría de los niños son diagnosticados cuando sus síntomas ya eran obvios durante varios años.

En su versión más reciente el DSM V deja ver algunos cambios en cuanto a los criterios diagnósticos y clasificatorios, estos cambios al parecer favorecen al marketing de las compañías farmacéuticas contribuyendo a aumentar las tasas de TDAH, acompañado de un generalizado abuso de medicaciones estimulantes para la mejora del desempeño del paciente. Los cambios que más llamaron mi atención son:

-El primer cambio es el de elevar la edad requerida de comienzo de 7 a 12 años

-El segundo es permitir el diagnóstico basado sólo en la presencia de síntomas, no requiriendo discapacidad.

-El tercero es reducir a la mitad el número de síntomas requeridos para adultos.

Estos 3 cambios reducen significativamente la especificidad del diagnóstico de TDAH en adolescentes y adultos y producirán un posterior flujo de falsos positivos y en mal uso resultante de los estímulos para el mejoramiento del desempeño

-El cuarto cambio es permitir el diagnóstico de TDAH en presencia de autismo. Esto podría crear la interacción de dos falsas epidemias, impulsando el uso aumentado de estimulantes en una población especialmente vulnerable.

¿Qué alternativas existen ante un diagnóstico de TDAH?

El enfoque médico considera el tratamiento farmacológico como la intervención primaria y como intervención secundaria a los tratamientos psicosociales y educativos, aclarando que en este campo, la intervención psicosocial se considera aquella intervención en donde existe evidencia científica de su utilidad.

Pareciera que no hubiera otra posibilidad para la mejoría del problema sin la participación de los fármacos. Es más, ni siquiera estaría justificado el problema como trastorno médico sino estuviera contemplado un tratamiento farmacológico.

El enfoque médico apunta que el tratamiento psicológico adecuado para el TDAH debe estar dirigido a reforzar y colaborar con el tratamiento médico en la eliminación de los síntomas propios del trastorno. Así como a los síntomas relacionados, como por ejemplo, el Trastorno Oposicionista Desafiante, depresión, ansiedad. Además, la intervención terapéutica principal se fundamenta en diseñar un sistema de control de la conducta que coadyuve en la eliminación de los síntomas y por lo tanto en la modificación de la conducta del niño. En los niños mayores recomiendan aplicar distintos métodos conductuales para colaborar en la eficacia del tratamiento farmacológico, tanto para controlar la impulsividad, la hiperactividad y las habilidades atencionales. En la escuela recomiendan enfocar el trabajo con este tipo de niños en implementar sistemas de control de la conducta asesorados por el psicólogo (generalmente cognitivo conductual) o psiquiatra y generando en conjunto diversas estrategias para hacer desaparecer o fomentar determinadas conductas en el niño.

Desde estos enfoques medico- psicológico- conductual el etnocentrismo determina lo que le pasa al niño desde su esquema de pensamiento y lo que no concuerda con esa visión tiene que estar equivocado. Este punto de vista se va a centrar en el problema como un síntoma y como combatirlo, el niño queda totalmente apartado y no visto. El trastorno representa una enfermedad y como tal hay que atacarla y eliminarla. La realidad interna del niño no es vista y la realidad externa no tiene que adaptarse, es el síntoma el que tiene que desaparecer para que el niño se adapte a las exigencias del mundo circundante.

 

 

La etiqueta del TDAH anula la individualidad del niño reduciéndola a un trastorno psiquiátrico y controlando su creatividad y espontaneidad con una pastilla.

Es así como los comportamientos que no nos gustan de los niños ya se tienen clasificados como un trastorno mental. Hasta hoy se sabe que no existe una prueba objetiva que diagnostique científicamente esta condición, y que solamente se realiza a través de escalas conductuales indicadas por los manuales mencionados anteriormente.

Lo anterior me hace pensar que no se tiene una justificación médica o psiquiátrica., por el contrario se responde a un sistema coherentemente organizado de creencias ortodoxas que contextualizan las preocupaciones y problemas que padres, maestros y otros profesionales tienen acerca de los niños que no se comportan “bien” o no ponen la atención “adecuada” o no presentan la conducta “esperada” a pesar de ser normales en muchos otros aspectos de sus vidas.

Afirmando que el TDAH es un trastorno, los expertos están poniendo el problema dentro del niño, sin embargo a diferencia de otras enfermedades médicas, este es un “trastorno” que aparece en ciertas circunstancias y desaparece en otras. De hecho existe suficiente evidencia que sugiere que: primero, los niños etiquetados con TDAH no muestran síntomas del trastorno en diferentes contextos, por ejemplo cuando está el niño en una interacción uno a uno con un adulto y esto es más observable cuando este adulto es su padre. Segundo, el trastorno parece desaparecer cuando el niño se encuentra en un ambiente educativo donde puede escoger sus actividades y autorregular su ritmo de trabajo. Tercero, parece actuar eficazmente cuando está involucrado en actividades que le interesan, que son novedosas en algún modo o que le implica un alto nivel de estimulación. Y cuarto, estos síntomas aparecen después de eventos emocionalmente estresantes para el niño.

Los síntomas del Trastorno TDAH generalmente desaparecen cuando el niño está inmerso en una actividad que le interesa o cuando recibe una cantidad adecuada de atención del adulto. Esto queda de manifiesto aún en las especificaciones de los manuales DSM-IIIR y DSM-IV y también en el DSM-V. Aún en estos manuales se especifica que este trastorno se percibe en momentos en que el niño está en situaciones que carecen de un atractivo intrínseco o que no tienen novedad para él y que el mismo trastorno es mínimo o ausente cuando el niño está bajo un estricto control, cuando está en una situación novedosa, cuando está involucrado en actividades especialmente interesantes para él o cuando está en una situación uno a uno con una persona, más notable cuando esta persona es un adulto. Y muchos padres llegan a reportar que desaparece en la época de vacaciones.

Me parece que ese listado clasificatorio tratado en los manuales mencionados más bien describe, a niños que están aburridos, ansiosos, o fastidiados con algunos de los adultos en sus vidas. Estos síntomas no deben ser considerados como la señal de la existencia de un trastorno psiquiátrico sino las señales de alarma de un niño que requiere esfuerzos especiales de los adultos para que atiendan sus necesidades que no están siendo cubiertas, tal vez el niño esté expresando de manera no verbal todas sus necesidades y carencias.

Cuando un pequeño de quizás cinco o seis años está persistentemente inquieto o agresivo, podemos suponer que hay algún estresor en la vida de ese niño, que está sobrepasando su capacidad de enfrentar o en el que tiene poco o ningún control. En muchos casos la causa del problema se encuentra en el ambiente. Un niño no se aburre o se vuelve inatento o indisciplinado o irrespetuoso o violento por su propia naturaleza, Estos niños pueden ser más enérgicos o más avispados, o más necesitados de un entrono interesante de los que los padres o maestros pueden ofrecerles. Son niños llenos de energía que están siendo diagnosticados con un trastorno mental que lo perseguirá toda la vida.

Con lo anterior puedo inferir que las conductas agrupadas como Trastorno TDAH en los manuales psiquiátricos pueden ser síntomas de otro tipo de circunstancias que afectan la vida del niño y no que sea un enfermo mental o psiquiátrico. Existen muchas circunstancias medio ambientales en la vida de un niño que pueden llevarlo a manifestar el tipo de conductas señaladas en los manuales psiquiátricos.

Todos los factores que intervienen en el desarrollo sano de nuestros niños deben ser analizados con profundidad en cada caso antes de diagnosticar, etiquetar y medicar a un niño. ¿Será que los niños diagnosticados con TDAH, tienen trastorno o el mundo en que les toca vivir se encuentra trastornado? He podido observar que el principal problema que subyace en el fondo es una falta de atención adecuada de padres y maestros a las necesidades individuales de cada niño. La etiqueta de déficit de atención no refleja en la mayoría de las veces un déficit de atención del niño, sino una falta de atención de los adultos a las necesidades individuales de cada niño. Muchos de estos niños difíciles, enérgicos, críticos, inteligentes, independientes, viven día a día batallando contra la fuerza de un mundo adulto agresivo, inatento, conflictuado y estresado. Tenemos que considerar que muchos niños que se manifiestan hiperactivos o inatentos no son realmente TDAH, sino una generación de niños ansiosos, estresados o deprimidos ante el tipo de sociedad que les ha tocado vivir.

Hoy día se sabe que los niños aprenden de forma diferente, y más aún nuestros pequeños diagnosticados con TDAH, por ende el salón de clases tradicional está diseñado para niños que son buenos en estarse quietos por largos períodos de tiempo, escuchando largas instrucciones verbales y haciendo eternas páginas de trabajo aburrido. El estilo de aprender de la mayoría de estos niños choca con el tipo de educación tradicional que conocemos. Al tener dificultades de aprender en las formas tradicionales, se vuelven inatentos, hiperactivos, flojos y disruptivos. Estas conductas les hacen más difícil el captar el material visto en clase y por lo tanto fracasar en el intento.

Lo anterior me lleva a sospechar que en TDAH no es un trastorno sino una manifestación de un conflicto, el cual en la mayoría de los casos, no lleva evidencia o encuentra una causa biológica. Los intentos por definir el Trastorno TDAH como un problema biológico no han tenido éxito; la neuroanatomía del cerebro como se ha demostrado en los estudios de neuroimagen en estos niños es normal, no se han encontrado rasgos de substratos neuropatológicos. Esto es lo que ha llevado a muchos investigadores del tema a plantear el énfasis del estudio de este problema sobre el campo genético como causa de las conductas de estos niños y hace que esto oscurezca las investigaciones de orden psicosocial acerca del problema.

Se hace necesaria una visión más allá del síntoma por parte del especialista en salud mental donde se contemple que cada niño nace con características y recursos propios, con un estilo de funcionamiento individual y con unas características temperamentales determinadas por su herencia. También es importante contemplar las interacciones sociales, roles y experiencias personales que vive con el entorno y que esto genera en él un carácter y personalidad particular.

Al parecer clave de la balanza entre lo biológico y lo ambiental es, por lo tanto, encontrar las llaves ambientales adecuadas que se ajusten a la cerradura genética. A medida que el niño crece y madura, la experiencia con el entorno interactúa constantemente con la dotación genética para perfeccionar sus capacidades físicas y mentales. La fisiología y la educación van interactuando de forma específicamente cualitativa en el desarrollo del niño.